La casa-quinta Los Borges, se considera una edificación emblemática de la arquitectura moderna en Venezuela, diseñada en 1958 por el arquitecto Athos Albertoni, en colaboración con el arquitecto Guido Guazzo.
Es una edificación aislada, de uso residencial. Presenta dos plantas, emplazando su largo volumen rectangular sobre la cima de la primera colina de Fila de Mariche, con magníficas vistas 360 grados a la redonda, sobre todo el valle de Caracas. El acceso está ubicado en la fachada principal este al final de la Calle La Florencia, luego de una gran plaza de acceso. Al norte tiene una piscina de planta ameboidal, revestida en mosaicos vitrificados tipo veneciano, con la figura de un pulpo dibujada en el fondo.
La característica principal de esta obra es la composición grandilocuente de su volumen principal, un monumental paralelepípedo horizontal que presenta grandes volados, terrazas y marquesinas en bandas horizontales. Otra singularidad es su gigantesca marquesina de ingreso plana y en voladizo, cubriendo un 'Car Port' para la llegada en automóvil, alineado por una docena de apliques de vidrio de Murano del artista italiano del vidrio de los cincuenta Gino Cenedese, cerrada por un gran ventanal hacia el oeste; también está la gran escalera de madera que parte frente al estar de la chimenea, y en ambos lugares se encuentran empotrados en los muros un grupo de paneles cerámicos esmaltados figurativos, de algún artista italiano de la época. Otros espacios notables son la gran biblioteca al norte, la larga pérgola/jardín interior al este y el comedor revestido en madera al sur.
La "Mansión Borges" fue declarada Bien de Interés Cultural seún resolución Nº 003-5 de fecha 20 de febrero de 2005.
lunes, 13 de abril de 2009
ESTUDIO VALORATIVO PARA EL CENTRO HISTORICO DE PETARE
El estudio valorativo para el Centro Histórico de Petare, es una gran oportunidad para la ciudad de Caracas como propósito colectivo. Las áreas tradicionales de una ciudad son lugares privilegiados en cuanto a la densidad de acontecimientos que en ellos han sucedido. Por ello, hay que actuar con una especial sensibilidad hacia este punto especialmente complejo de la memoria colectiva. Su potencial, añadido al de carácter residencial, como lugar de referencia, contenedor de espectáculos y celebraciones, exposición histórico y cultural, debe ser considerado de una forma muy especial y ser tomado en cuenta a la hora de actuar en él.
Petare lleva siendo parte de la ciudad-capital durante mas de cuatro siglos y ha catalizado las creaciones de grandes artistas y pensadores. Petare ha sido un poblamiento sin fronteras. Sus Iglesias, obras de referencia colonial, así como el trapiche Arvelo, la Hacienda el Toboso, los que piden auxilio por su sobrevivencia.
De la belleza espacial y arquitectónica de Petare da testimonio la seducción que ejerció su paisaje a lo largo de la historia del arte en Venezuela: desde Ramón Bollet, quien lo reprodujo hacia 1870 en dos de sus más hermosas estampas litográficas, hasta la paisajística de maestros tan diversos como Arturo Michelena y Rafael Ramón González, Tito Salas y Marcos Castillo, Tomás Holding, Federico Brandt y Pedro Angel González, Manuel Cabré y tantos otros como Armando Lira o el pintor español Clemente Salazar Echeverría quien en 1946, seducido por el tranquilo ámbito parroquial, se instaló en una casita contigua a la Capilla El Calvario, asumiendo para sí uno de los más ricos inventarios iconográficos que ningún otro pintor hubo intentado antes del Pueblo del Buen Jesús.
Pueblo de pintores y músicos, Petare contó en las dos últimas décadas del siglo XIX, con una gran orquesta, la Filarmónica “Santa Cecilia”, importante agrupación de concierto que ha decir de Rhanzés Hernández López “sorprendiera a más de un maestro extranjero llegado a estas tierras en giras operísticas” y cuyo aporte más significativo queda referido a los nombres del maestro Celestino Lira, su fundador y primer director y a los de Ángel María Landaeta, Jermán Ubaldo Lira y Prudencio García, quien, independientemente de su obra de compositor, condenada a desaparecer por la incultura y la desidia general, se incorporó a la historia como padre del pintor Bárbaro Rivas. Petare, fue capital de estado durante medio siglo y contaba no sólo con la presencia de la flamante orquesta, sino también con la presencia de una Banda Marcial y dos orquestas de baile en torno a cuyas excelencias gira la tradición de sus festividades patronales y sus carnestolendas tan alegres y rumbosas, como graes sus semanas santas o su dedicación al Cristo de la Salud o a l celebración del Niño Jesús de Petare.
Entre todos los pintores que han perpetuado su imagen urbana sobresalen Jesús María Arvelo, quien transcribió con elegancia en los albores del siglo XX; por Bárbaro Rivas, en cuya obra tradujo el drama y testimonio de un período de crisis y Cruz Amado Fagúndez, con su crónica lúcida y poética. Este último fue testigo y protagonista de un tiempo espléndido pero también dramático, el de una Venezuela que saltó del sueño campesino a las pretensiones metropolitanas. Este espacio ha dado también cabida a músicos y compositores como Ángel Maria Landaeta, German Ubaldo Lira, Celestino Lara y Jesús María Celestino Lira.
Los primeros pasos que se realizan para su protección y conservación del Centro Histórico de Petare se realizan en el año de 1964, 1993 y 1997[1], cuando se decreta a Petare como un Centro Histórico Ambiental, pero sin ningún respaldo financiero ni técnico que viabilice las diversas actuaciones e intervenciones para su conservación.
El Centro Poblado de Petare representa en la actualidad un ejemplo de paisaje cultura, es una realidad compleja, en peligro de extinción, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo identifica como tal, por ello debe abordarse desde diferentes perspectivas. El objetivo de este estudio se ha centrado en la valorización del patrimonio cultural (material e inmaterial) como recurso susceptible de ser incorporado a las acciones de dinamización económica y de reforzamiento de la identidad local.
El patrimonio es un recurso endógeno que, debido a su enorme riqueza, variedad y presencia en todos los rincones de nuestra geografía, puede convertirse en factor generador de nuevas iniciativas de desarrollo económico y social. Por tanto, con la elaboración de este proyecto se pretende desarrollar un programa de gestión patrimonial que coordine las diversas actuaciones de cara a su compromiso futuro, tanto a corto como a medio plazo.
[1] En 1964, según resolución de la Cámara Municipal se decreta a Petare como Centro Histórico Ambiental. El 31 de agosto de 1993, El Concejo Municipal del Municipio Sucre del Estado Miranda, publica en la Gaceta Municipal número extraordinario 247-8/93, la “ORDENANZA PARA LA CONSERVACIÓN Y EL DESARROLLO DEL CENTRO HISTÓRICO DE PETARE”. Como parte de la Ordenanza se establece una Poligonal de protección y diferentes zonas. El 3 de marzo de 1997, se publica una nueva Ordenanza, que es una reforma parcial de la anterior.
Petare lleva siendo parte de la ciudad-capital durante mas de cuatro siglos y ha catalizado las creaciones de grandes artistas y pensadores. Petare ha sido un poblamiento sin fronteras. Sus Iglesias, obras de referencia colonial, así como el trapiche Arvelo, la Hacienda el Toboso, los que piden auxilio por su sobrevivencia.
De la belleza espacial y arquitectónica de Petare da testimonio la seducción que ejerció su paisaje a lo largo de la historia del arte en Venezuela: desde Ramón Bollet, quien lo reprodujo hacia 1870 en dos de sus más hermosas estampas litográficas, hasta la paisajística de maestros tan diversos como Arturo Michelena y Rafael Ramón González, Tito Salas y Marcos Castillo, Tomás Holding, Federico Brandt y Pedro Angel González, Manuel Cabré y tantos otros como Armando Lira o el pintor español Clemente Salazar Echeverría quien en 1946, seducido por el tranquilo ámbito parroquial, se instaló en una casita contigua a la Capilla El Calvario, asumiendo para sí uno de los más ricos inventarios iconográficos que ningún otro pintor hubo intentado antes del Pueblo del Buen Jesús.
Pueblo de pintores y músicos, Petare contó en las dos últimas décadas del siglo XIX, con una gran orquesta, la Filarmónica “Santa Cecilia”, importante agrupación de concierto que ha decir de Rhanzés Hernández López “sorprendiera a más de un maestro extranjero llegado a estas tierras en giras operísticas” y cuyo aporte más significativo queda referido a los nombres del maestro Celestino Lira, su fundador y primer director y a los de Ángel María Landaeta, Jermán Ubaldo Lira y Prudencio García, quien, independientemente de su obra de compositor, condenada a desaparecer por la incultura y la desidia general, se incorporó a la historia como padre del pintor Bárbaro Rivas. Petare, fue capital de estado durante medio siglo y contaba no sólo con la presencia de la flamante orquesta, sino también con la presencia de una Banda Marcial y dos orquestas de baile en torno a cuyas excelencias gira la tradición de sus festividades patronales y sus carnestolendas tan alegres y rumbosas, como graes sus semanas santas o su dedicación al Cristo de la Salud o a l celebración del Niño Jesús de Petare.
Entre todos los pintores que han perpetuado su imagen urbana sobresalen Jesús María Arvelo, quien transcribió con elegancia en los albores del siglo XX; por Bárbaro Rivas, en cuya obra tradujo el drama y testimonio de un período de crisis y Cruz Amado Fagúndez, con su crónica lúcida y poética. Este último fue testigo y protagonista de un tiempo espléndido pero también dramático, el de una Venezuela que saltó del sueño campesino a las pretensiones metropolitanas. Este espacio ha dado también cabida a músicos y compositores como Ángel Maria Landaeta, German Ubaldo Lira, Celestino Lara y Jesús María Celestino Lira.
Los primeros pasos que se realizan para su protección y conservación del Centro Histórico de Petare se realizan en el año de 1964, 1993 y 1997[1], cuando se decreta a Petare como un Centro Histórico Ambiental, pero sin ningún respaldo financiero ni técnico que viabilice las diversas actuaciones e intervenciones para su conservación.
El Centro Poblado de Petare representa en la actualidad un ejemplo de paisaje cultura, es una realidad compleja, en peligro de extinción, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo identifica como tal, por ello debe abordarse desde diferentes perspectivas. El objetivo de este estudio se ha centrado en la valorización del patrimonio cultural (material e inmaterial) como recurso susceptible de ser incorporado a las acciones de dinamización económica y de reforzamiento de la identidad local.
El patrimonio es un recurso endógeno que, debido a su enorme riqueza, variedad y presencia en todos los rincones de nuestra geografía, puede convertirse en factor generador de nuevas iniciativas de desarrollo económico y social. Por tanto, con la elaboración de este proyecto se pretende desarrollar un programa de gestión patrimonial que coordine las diversas actuaciones de cara a su compromiso futuro, tanto a corto como a medio plazo.
[1] En 1964, según resolución de la Cámara Municipal se decreta a Petare como Centro Histórico Ambiental. El 31 de agosto de 1993, El Concejo Municipal del Municipio Sucre del Estado Miranda, publica en la Gaceta Municipal número extraordinario 247-8/93, la “ORDENANZA PARA LA CONSERVACIÓN Y EL DESARROLLO DEL CENTRO HISTÓRICO DE PETARE”. Como parte de la Ordenanza se establece una Poligonal de protección y diferentes zonas. El 3 de marzo de 1997, se publica una nueva Ordenanza, que es una reforma parcial de la anterior.
Arq. Maria Ortiz
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